El Museo de la Sidra es un edificio simbólico dedicado al producto más representativo de Asturias. Situado en el concejo de Nava que etimológicamente significa "tierra baja y llana", por su industria sidrera y numerosos llagares es la capital de la sidra astur.
El edificio cuenta con unos 2000m cuadrados pero en su exterior tiene un amplio aparcamiento, una descuidada área recreativa con bolera y hasta una pomar.
El Museo es obra del arquitecto Juan Ramón Fernández Tresguerres y fue inagurado por el Príncipe Felipe de Borbón el 9 de noviembre de 1996.
El edificio conjuga formas y materiales tradicionales con volúmenes innovadores. La fachada es alargada y ondulante rompiendo sutilmente su lado derecho con tres arcos que nos recuerdan los toneles de sidra.
Comenzamos por el vestíbulo, ambientado con una luz tenue para recordar los llagares, es el punto de partida y llegada del recorrido expositivo. Aquí se encuentran los mostradores de la tienda y la taquilla todo de madera. También se puede practicar a escanciar y disponen de una pipa para tomar un culín al terminar el circuito.
Una vez atravesamos el tonel de entrada nos encontramos con el proceso de polinización del manzano protagonizado por las abejas.
En un descuidado tendejón nos muestran los útiles necesarios para construir una barrica de madera así como otras herramientas imprescindibles en un llagar.
El proceso de elaboración que comienza con las abejas en los pomares terminará en los llagaresdonde se mezclarán los distintos tipos de manzanas para sidra.
De forma simplificada toda la transformación aparece recogida en un simulador. El visitante puede participar en el simulacro con una manzana que se le entrega en la entrada al Museo.
La técnica tradicional comienza con la maya o triturado de la manzana para la extracción del jugo. El paso siguiente es el prensado para obtener la sidra dulce.
Los imponentes ingenios de madera utilizados para prensar la manzana están presentes en el conjunto expositivo. Esta prensa de viga es conocida por Prensa de Sobigaño o de Tijera.
Los grandes llagares utilizaban otro tipo de prensa de viga: la Prensa de Contrapesu. Su presión es continua permitiendo exprimir los mostos de forma fluida y constante con una lentitud calculada para aprovechar los taninos de la fruta. Algunos ejemplares tienen vigas de hasta 15m de largo.
La Prensa de Apertón se distingue pues en ellas la fuerza se ejerce directamente sobre la magaya. Es la más simple, usada en pequeños llagares.
Este primer caldo obtenido sufre una primera fermentación que depositará en el fondo de la pipa la borra.
Será entre los meses de diciembre y febrero cuando se produce la segunda fermentación o fermentación lenta, momento aprovechado para realizar el trasiego y conseguir los palos más elaborados.
El paso último será el lavado, corchado, embotellado y etiquetado en la característica botella verde que permite el escanciado favoreciendo su comercialización y distribución.
Antiguamente la sidra se transportaba en carros del país consumiéndose directamente desde las pipas tanto en los chigres como en las romerías.
Una serie de salas nos introducen en el rito de la sidra, su vida social, las costumbres, el folclore, las romerías...
Cruzamos por el interior de una reproducción de un típico bar-tienda o chigre, núcleo de la vida social diaria del pueblo asturiano.
Otros tres nuevos espacios expositivos ligados a la sidra con el ocio y la tradición: la bolera virtual, la gaita y tambor electrónicas y el juego de la rana.
En otro apartado se recorren otras regiones donde se produce y consume sidra tradicionalmente.
Una pequeña exposición de maquinaria nos ilustra sobre la producción de sidra champanada donde Asturias produce el 85% del jugo nacional.
Una escalera nos conduce a la parte superior del Museo donde se recrea un desván tradicional repleto de "trastos viejos" almacenados.
Esta zona domina el espacio expositivo en general pero por mediación de paneles y pantallas audiovisuales nos resume la historia de la sidra en el tiempo, en el arte, literatura, periodismo, gastronomía, humor...
Con la sidra se comparte el vaso, la botella, el punto de apoyo... las penas, las alegrías, la música y las canciones... Salimos por una escalera decorada con carteles que comunica el vestíbulo con el salón de actos y las oficinas.
Terminamos el circuito con nuestra guía espichándonos un culín de sidra de la pipa ubicada en el vestíbulo.
En estos días se está cuestionando la continuidad del Museo de la Sidra, independientemente de su rentabilidad, este centro ha impulsado el desarrollo turístico de la villa naveta siendo un valor etnográfico para toda Asturias, (el Gobierno del Principado ha declarado BIC el escanciado de la sidra), la solución tal vez pase por modificar una pasiva gestión con intereses coloristas.